Son blancas como la lana,
las ovejitas de mi rebaño
y solamente que algún extraño,
me la golpee con una rama;
salen gritando en estampida,
matando flores, dejando heridas,
no se defienden, mas no son cobardes;
están educadas por una madre,
que la respetan aunque mueran
y esa madre, se llama escuela.
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