De un fierro viejo que tenía,
bajo la sombra de un árbol,
pensé por un rato si servía,
para hacer un artefacto.
Por más que estuve pensando,
llegué a una conclusión,
que eso me servía,
para hacer un azadón.
Con las manos y una lima,
Corté cautelosamente,
además de un palo y escofina,
hice un azadón indiferente.
Con él, limpié en mi casa,
el chilar y una finca,
un maizal para la masa
y descubrí una mina rica.
Ese pedazo de fierro,
me sacó de la pobreza;
sirvió para un entierro
y combatir a la maleza.
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