El niño elegante asiste,
muy puntual a clases;
de su voz la fina frase,
coordinando como se viste.
La niña muy meticulosa,
con su impecable uniforme;
pronunciando los acordes,
de una canción hermosa.
Lleva una manzana roja,
a su maestra casi a diario;
para que el letal calvario,
nunca a ella la vea o escoja.
Pero yo, que sólo he visto,
esa sabrosa y bella fruta;
a la maestra que la disfruta,
de seis a diez mordiscos.
Soy la pieza que no encaja,
en ese gran rompecabezas;
quisiera que en mi mesa,
hubiera todo, sin desventaja.
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